
La definición más adecuada sería la de vino desalcoholizado. Quiere decirse que la materia prima de las botellas consiste realmente en un vino convencional, aunque el alcohol se evapora después de someter el líquido resultante a un proceso de condensación a baja temperatura. De esta manera, las botellas salen al mercado con un porcentaje de 0,3 grados y se reduce hasta en cuatro veces el número de calorías respecto a un vino tradicional.
Objetivo cumplido: beber sin emborracharse y sin engordar, tal como exige la cultura pujante de la salud y de la asepsia. "Nuestra bebida es una verdadera alternativa", explica Patrice Girin en nombre de la cooperativa Uccoar de Carcassonne y de sus 1.500 productores asociados. "No queremos robarle consumidores al vino, sino darle una posibilidad a quienes no pueden o no quieren beber por salud o por decisión. El zumo de uva está demasiado lejos de sus expectativas. El vino desalcoholizado, en cambio, supone una experiencia parecida". La campaña se ha realizado en cooperación con el Instituto Nacional de la Investigación Agroalimentaria. No era fácil obtener los aromas ni los matices de un vino al uso, pero los científicos franceses sostienen que la base del producto es suficientemente compleja e interesante como para obtener en el futuro vinos desalcoholizados de mucha calidad. RUBÉN AMÓN
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